Tu estar, llenaba la sala de calma y de paz,
Olías a tierra, a tierra mojada cuando era sequía.
Destellabas en la misma luz, en ti no había oscuridad.
Y las frases que nacían de tu boca, robaban sonrisas de mi labios.
Tu esencia se quedó en mi alma como el blanco y negro en el color.
Te anhelo y espero que un día en el recuerdo sepas que me anhelaste también.
Anhelo el sentimiento que provocaba nuestra fusión.
Tus manos tomando mis manos sólo porque si.
Tu calor fundiéndose con el mío, aunque viviéramos en un infierno.
La aterradora idea de amarnos hasta que una de las dos se convirtiera en firmamento.
Te anhelo, y tú me anhelas también, es el engaño a mi mente para decirle que fue mejor así.
Es el engaño a mi cuerpo para que no desee volverte a sentir.
Eres un mundo hermoso, que cualquier extraño no debe pisar.
El valor de tu alma, yace siempre en tu andar, y eres un torbellino que no dejo de desear.
Aunque me haya ido, aunque no nos volvamos a encontrar.
Eres lo que quise y en el fondo sé que debió bastar.
Tal vez haya otras vidas, tal vez otros mundos siempre para explorar. Pero la fortuna en esta vida me encontró, y no hay marcha atrás.
Sucedió lo que dijiste que iba a suceder.
Tu entregando tu luz a otras estrellas, y yo sucumbiendo una oscuridad que no me llenará jamás.